No son mejores unos que otros, cada pie de gato tiene sus ventajas e inconvenientes. Se suele asociar el material de confección a lo que ceden (piel natural suele ceder un poco más) aunque no siempre es así.
Debemos mirar también si llevan o no forro interior. Si disponen de él y son de piel natural, notaremos que ceden muy poco o nada. Los pies de gato sintéticos tienden a dar de sí menos con el paso del tiempo.
Es importante saber que cuando se habla que un pie de gato cede, no necesariamente se refiere a que lo haga a lo largo. Lo que sí suele pasar es que se adaptan a nuestro pie y se quedan algo más blandos por la parte de materiales que no son de goma.
Por ejemplo, un pie de gato de piel natural que lleve goma en el empeine, y además calcetín o forro interior y te quede muy apretado, no pretendas que con el paso del tiempo ceda mucho. Sí se te hará mucho más cómodo al uso pero no se hace más grande en cuanto a la talla.
Los modelos de pies de gato sintéticos tienden a traspirar menos y por lo tanto sudas más. Los de cuero, aunque no una barbaridad, sí traspiran algo más. El forro interior o calcetín que llevan algunos modelos suele ser de neopreno. Sirve para dar un mayor ajuste y comodidad pero los hace aún menos traspirables. Unos polvos de esos que absorben la humedad van muy bien junto con ventilarlos al llegar a casa si eres de esos que te tienden a oler los pies.