¿Cómo empezó esto de los pies de gato?

La escalada de dificultad tal y como la entendemos hoy en día (deportiva, búlder o de grandes paredes) es relativamente joven si la comparamos con otras disciplinas de montaña y cambió radicalmente gracias a Pierre Allain en 1948 cuando comercializó lo que sería el primer modelo de pie de gato en su tienda de París.

No era exactamente como los pies de gato de hoy en día. Era más bien una bota ajustada de cuero con una suela de caucho. Ese pequeño invento potenció las habilidades de los escaladores en el bosque de Fontainebleau al sur de París, que por aquel entonces estaba dejando de ser un terreno de entrenamiento para las grandes paredes de los Alpes y pasaría a convertirse en una disciplina en sí; “el búlder” y sus atrevidos transgresores con “zapatillas especiales” pasaron a llamarse Bleausards.

Pero si queremos saber dónde empezó lo que podríamos llamar la “Segunda revolución del pie de gato” no debemos ir muy lejos. Fue en España, a mediados de los setenta, donde la bota de caucho sufrió un gran cambio a manos de la marca alicantina Boreal y la madrileña Calma.

Boreal no tardó en ser reconocida mundialmente como la marca que empezó a investigar y sacó los primeros pies de gato con goma realmente adherente (goma cocida). Empezaron a usarlos escaladores como John Bachar, consiguiendo grandes logros a principios de los 80 en Yosemite.

Posteriormente todo vino rodado y la escalada de dificultad subía a un ritmo vertiginoso gracias entre otras cosas a los pies de gato. Las diferentes firmas se percataron de lo importante que era desarrollar ese campo y fabricantes de botas de montaña como La Sportiva, Scarpa, o la ya mencionada Boreal no paraban de investigar y sacar novedades.

Gomas cada vez más adherentes, mejora de los talones, suelas más flexibles, desaparecen las cañas o botas y se impone el diseño bailarina, distribución de fuerzas en la pisada más estudiadas y con formas asimétricas empezaban a ser comunes, etc. Entramos ya en los 90 con el uso del pie de gato plenamente asentado.